Complicada, irracional, utópica y sacrificada; creo que sólo así puedo clasificar este romance, que en poco tiempo tanto me ha pedido. Mi amante, quien me roba el sueño, quien me hace cruzar México D.F., por quien me puedo tirar un jodido verano pegado a un teléfono es el Periodismo. Sí, la forma de joder no es la mejor que existe; pero los orgasmos que provoca cazar un buen tema son más que recomendables.

Como en el sexo, en el periodismo no faltan clichés, tópicos y realidades que nos hacen temer y a la par desear esta profesión.  Como para hablar de sexo es mejor que os explique lo que nunca toleraré en el periodismo. Bueno, al menos no sin un par de copas, esto es sexo, y siempre puede pasar que te arrepientas al día siguiente.

1. Nunca sin protección: repite, pregunta, cuestiona. Prefiero quedar como un bobo y preguntar lo que no he entiendo; sacar mis hipótesis a la luz, y que me las mutilen; a levantarme al día siguiente con una sorpresa desagradable. Las venéreas también existen en esto del juntaletrismo y afectan a lo más importante, al órgano que determina la calidad  en este acto informativamente coital: la credibilidad. Y si metes la pata, ya sabes, apechuga.

2. Yo me pongo encima: pueden seducirme con notas de prensa, contenidos maravillosos o amabilidad extrema. Podemos acabar en la cama, porque un buen tema te puede llegar por email y de parte de la agenda de turno. La cuestión para saber si estás manteniendo una relación justa y ética es tomar el tema, reconocer la información y poner en práctica unos particulares juegos preliminares: contrastar, contextualizar y darle pluralidad de fuentes (amantes). El problema está cuando te agotan, te desmotivan y te acaban dejando sin más alternativa que dejarte amar interesadamente para cumplir el cupo; pero eso es prostitución, que será otro tema.

3. No es una paja (chaqueta): no estamos en un blog, como éste. O sea, el onanismo, como esto, mejor lo reservamos para los espacios determinados para ello. En el periodismo más básico no se suele bajar de tres actores: fuente, periodista ( o becario como servidor) y lector. El trío se expande y llega a aglomerar a editores, directores, accionistas, influenciadores y al SEO de Google, que suele apuntarse a orgías hasta en la sección de necrológicas, hay que tratar que todos disfruten algo al menos.

4.Monogamia: sin embargo, pese a que hay que repartir pseudorgasmos, el objetivo del periodista es provocar el éxtasis informativo en el lector, en el consumidor de información, con quien nos deberíamos acostar (y levantar) cada noche (aunque la prostitución nos lleva a acostarnos con más de un ser que sólo lee cuentas y visitas, y luego acabamos bailando). El periodista es un polígamo forzoso que, sin embargo, debe responder con quien tiene su gran compromiso: el ciudadano.

5. El placer, innegociable: «No importa el lugar, importa la compañía» y si propones un buen orgasmo y lo sabes argumentar no habrán muchas líneas morales que se opongan. Todo es cuestión de saber seducir, de dar una «envoltura adecuada a la circunstancia» a la noticia. Hay que ser camaleónicos para poder disfrutar de las mieles del periodismo en cualquier lugar, como pasa en cualquier bar.

Las normas varían según la permisividad de cada uno, según de liberal y abierto sea lo que consideren periodismo. Sin embargo, luego pasa lo que pasa que: unos llama sexo a un arrimón en un baño mugriento y otros ven el éxtasis como mejorable.

A todo esto, la comparación de sexo y periodismo no viene de una mente pervertida (bueno todas lo son un poco), viene de que el sexo, una necesidad, es como el Periodismo. Ya que, al menos para mí, el Periodismo es algo que te hace sentirte vivo, porque sabes que puede mejorar la vida de alguien. Tal y como el buen sexo.